Es un encuentro entre terapeuta y cliente en el que, tras una primera fase de evaluación o análisis del problema y, tras establecer una buena relación terapéutica, se inicia un tratamiento o acciones encaminadas a la resolución de dicho problema.
En esta modalidad de terapia atiendo a jóvenes y adultos que quieran tratar problemas como ansiedad y angustia, fobias y miedos, obsesiones, adicciones (tabaco, cocaína, anfetaminas, problemas con la bebida…), crisis de pánico, agorafobia, bloqueos, problemas comunicacionales, trastornos de personalidad, trastornos de alimentación, problemas de adaptación a cambios vitales, situaciones estresantes en el trabajo, problemas interpersonales…
En definitiva, cualquier problema que esté generando un sufrimiento que la persona considera excesivo o que interfiera en su actividad personal o familiar, social o laboral.
La metodología de trabajo en terapia individual es predominantemente de orientación cognitivo-conductual, aunque no exclusivamente, ya que me sirvo también de otros enfoques. La orientación cognitivo-conductual parte de la idea de que toda conducta se aprende y por tanto puede ser modificada. La conducta tiene tres componentes: cognitivo (lo que se piensa), conductual (lo que se hace) y fisiológico (lo que se siente). Por tanto se dirige a modificar estos componentes a través de diversas técnicas.
Entre las técnicas que utilizo y explico en la consulta, están la reestructuración cognitiva, la intención paradójica, la confrontación, el control de estímulos, el reforzamiento positivo, los registros de conducta (según el problema de que se trate)…